Atreverse a vivir la fe implica necesariamente en algún momento de
la vida preguntar a Dios sobre qué ha soñado para ti. Es la juventud un momento
ideal para meditar sobre la vocación, con el fin de afrontar la adultez con un
proyecto de vida que tenga como guía el estilo de Jesús y la invitación que
Dios Padre hace a cada uno particularmente.
Según palabras de San Ignacio somos creados para alabar, hacer
reverencia y servir a Dios. Es Jesús quien da sentido a nuestra vida. Nada
somos si no es a partir de Dios Padre, principio y fundamento de nuestra
existencia humana.
Atrévete a preguntarte: ¿Cuáles son tus deseos más hondos? ¿A qué
te comprometés?
¿Cuál es el proyecto de Dios para tu vida?
Celina Garcia Casañas
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